Cómo el Carnaval de Brasil puede ayudarnos a entender América Latina

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El Carnaval en Brasil se ha convertido en uno de los festivales más famosos y celebrados del mundo, reconocido por los desfiles en el Sambódromo, los blocos callejeros y las procesiones, los deslumbrantes disfraces y su atmósfera bohemia.

A pesar de su grandeza, sus orígenes no son ni brasileños ni latinoamericanos. Precisamente por ello, comprender qué hace de este fenómeno algo único requiere examinar sus particularidades, significados e interpretaciones a lo largo del tiempo.

En este contexto, este artículo busca explorar América Latina y, sobre todo, entender cómo el Brasil actual puede interpretarse a través del Carnaval.

¿Quién inventó el Carnaval?

Traídas de Portugal a Brasil, las festividades del Entrudo, con sus fuertes raíces cristianas, marcaban el inicio de la Cuaresma.

El término proviene del latín introitus, que significa «entrada» o «comienzo». Sus orígenes en Europa se remontan a festividades que celebraban la llegada de la primavera, las cuales más tarde fueron redefinidas dentro del cristianismo.

En el calendario cristiano, estos días festivos van desde el Sabato Grasso (Sábado Gordo) hasta el Miércoles de Ceniza. Aún hoy, la fecha exacta del Carnaval se establece en función del martes que cae 47 días antes de Pascua.

La Cuaresma es un rito religioso de preparación para celebrar la resurrección de Cristo en Pascua e implica prácticas como el ayuno, la abstinencia de carne, la automortificación, la caridad y la oración. Sin embargo, al llegar a Brasil, las actividades practicadas por la población se apartaron de los rituales religiosos, asumiendo características propias, únicas y populares.

¿Cómo se celebraba el Entrudo?

El Entrudo se llevaba a cabo en las calles de las ciudades e incluía actividades como las molhadelas, donde las personas se arrojaban entre sí agua sucia mezclada con barro y orina, y los limões de cheiro, pequeñas bolas de cera rellenas de líquidos perfumados.

Los participantes se pintaban la cara y salían a las calles a jugar, sin música, pero con muchas interacciones animadas. Mientras tanto, las familias de la élite permanecían en sus casas, organizando fiestas privadas y limitando su participación al lanzamiento de líquidos y polvos de colores desde sus ventanas a los transeúntes.

El Entrudo fue prohibido en 1841, aunque siguió practicándose clandestinamente a menor escala. Se lanzaron campañas contra la “barbarie” de estas prácticas populares, mientras que, al mismo tiempo, se promovía los bailes y fiestas de la élite, considerados más “refinados” y rentables.

Las celebraciones privadas evolucionaron gradualmente hasta convertirse en grandes bailes de máscaras que, con el tiempo, se trasladaron a las calles y ganaron popularidad. La clase alta formó sociedades exclusivas y desfiló, mientras que las clases trabajadoras adaptaron el Entrudo, dando origen a los cordões (agrupaciones carnavalescas tradicionales) y ranchos (comparsas organizadas para el desfile, también conocidas como Ranchos Carnavalescos – RC).”

Inicialmente, las fiestas de salón en clubes y teatros tenían la polca como ritmo principal, pero en el siglo XIX surgieron las marchinhas (canciones de carnaval), y el samba comenzó a tomar forma a principios del siglo XX. Al mismo tiempo, los afoxés llegaron a Bahía y el frevo se popularizó en Recife.

En los cien años siguientes, el Carnaval experimentó diversas transformaciones: la aparición de desfiles en autos descapotables, la creación de las escuelas de samba y sus competencias, así como la introducción de permisos, regulaciones y supervisión burocrática. El Carnaval incorporó los tríos eléctricos, fue testigo del nacimiento del Sambódromo y se convirtió en un evento turístico masivo que sigue expandiéndose cada año.

Carnaval en América Latina

La historia de la llegada del Carnaval a Brasil se asemeja a la de otros países latinoamericanos, cada uno con sus particularidades. He aquí un repaso a otros tres grandes Carnavales de la región.

Colombia

El Carnaval de Barranquilla, en Colombia, es uno de los más grandes del mundo y una de las principales expresiones de la cultura caribeña del país. Sus orígenes se remontan no sólo a la colonización católica española, sino también a las celebraciones en Cartagena de Indias, donde los afrodescendientes tomaban las calles con bailes, música y disfraces.

Uno de los momentos más emblemáticos del festival es la Batalla de Flores, un desfile de carrozas creado para promover la paz tras la Guerra de los Mil Días (1899-1902). El Carnaval concluye con el entierro de Joselito Carnaval, un personaje folclórico que simboliza el fin de la celebración. En 2008, el evento fue reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Bolivia

En Bolivia, los orígenes del Carnaval están ligados a las festividades del pueblo andino Uru, que celebraba las fiestas de Oruro. Con la llegada de los españoles, estas celebraciones fueron prohibidas, pero hoy en día el Carnaval de Oruro está reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.


La figura central de la celebración es la Virgen del Socavón, honrada el 2 de febrero y presente en las danzas y festejos que duran diez días. Cada ciudad boliviana tiene sus propias tradiciones carnavalescas. En Sucre, por ejemplo, el Carnaval de Antaño recrea acontecimientos de la época colonial. En Cochabamba, las comparsas desfilan al ritmo de géneros tradicionales como caporales, morenada, negritos y tobas.


En Santa Cruz de la Sierra se celebra la Fiesta Grande de los Cruceños, el carnaval más grande y el más antiguo del país, con orígenes que se remontan a 1561. Durante las festividades, la gente baila al son de estilos musicales tradicionales como el taquirari, la chovena, el brincao, el ático, el kaluyo y el chamamé.
Otro símbolo importante del Carnaval boliviano es la diablada, una danza tradicional de Oruro en la que los participantes usan grandes máscaras de diablo. Este elemento cultural se ha convertido en un fuerte símbolo de la identidad boliviana y, con el tiempo, se ha expandido a Chile y Perú, llegando incluso a algunas comunidades brasileñas.

Veo el vídeo sobre el Carnaval en Bolivia

Ecuador

En Ecuador, las celebraciones de Carnaval fusionan las tradiciones católicas de la Cuaresma con la festividad indígena Pawkar Raymi, que marca el fin del año solar y el inicio de un nuevo ciclo agrícola. Los festejos están llenos de color, con disfraces vibrantes, pintura facial y actividades lúdicas que incluyen agua, harina, polvos de talco, huevos y espuma de carnaval.Uno de los momentos más destacados del Carnaval ecuatoriano es la canción El Carnaval de Guaranda, que se ha convertido en el himno oficial de la festividad. Esta melodía acompaña los desfiles de carrozas y las presentaciones de bandas de música, y es famosa por su letra humorística y pintoresca. Además, cada ciudad de Ecuador tiene sus propias tradiciones y formas únicas de celebrar el Carnaval, lo que aporta una gran diversidad a la festividad.

El Carnaval es diversidad

En los primeros Carnavales romanos, la festividad representaba una suspensión temporal del orden social cotidiano, permitiendo que afloraran comportamientos normalmente reprimidos durante estos días de juerga. Bajo la influencia católica, el Carnaval incorporó elementos de autocontrol, convirtiéndose en un espacio donde interactuaban comportamientos opuestos.


A lo largo de la historia, esta interacción ha estado marcada por períodos de mayor libertad, así como por momentos de control y represión. En ocasiones, ciertas prácticas han sido prohibidas y reguladas, mientras que en otras ha prevalecido la permisividad. En Brasil, este ciclo se refleja en la prohibición del Entrudo en el pasado y, más recientemente, en las restricciones impuestas a ciertos blocos callejeros.


Con la libertad llega el cuestionamiento indirecto de todo lo que se considera normativo: la estratificación social, las divisiones de clase, las desigualdades raciales, la sexualidad, la monogamia, la higiene, la cortesía, la sobriedad y la autodisciplina. Durante las fiestas, estos límites se ponen a prueba y surgen comportamientos inesperados, marcando el Carnaval como un espacio de transgresión y experimentación.

Sin embargo, esta alteración temporal de las normas puede desvanecerse tan pronto como llega el Miércoles de Ceniza, sobreviviendo solo en la imaginación hasta que resurja al año siguiente. O, quizás, la apertura experimentada durante la fiesta permite una comprensión más amplia y compleja de uno mismo y de los demás, dejando un impacto que se extiende más allá del propio Carnaval.

libertad de carnaval
libertad de carnaval

Roberto DaMatta, uno de los principales estudiosos del Carnaval, explora este fenómeno en su libro Carnavales, pícaros y héroes, donde analiza la festividad como un espacio liminal en el que los papeles sociales se invierten momentáneamente. Durante este periodo, se produce una suspensión temporal del orden social, lo que permite que se difuminen los roles de género, las jerarquías y las identidades sociales. Casi todo lo que una sociedad conservadora suele condenar se hace visible y, en cierto modo, se legitima durante el Carnaval.

Esta gran celebración de la vida puede tener diversos orígenes: ya sea el inicio de un nuevo ciclo agrícola, la llegada de la primavera, el nacimiento de Jesús, las festividades andinas o la tradición sincrética que ha adoptado el Carnaval a lo largo de los siglos.


Independientemente de su origen, la fiesta es esperada con ansias cada año por los juerguistas. Personas de todo el mundo viajan a Brasil para celebrarlo junto a los locales, atraídas por la sensación de libertad que ofrece el Carnaval en Brasil.

Carnaval LGBTQIAP+

El Carnaval suele asociarse con la idea de que ‘todo lo queer es posible’ y que reina una libertad sexual absoluta. Sin embargo, esta percepción no refleja completamente la realidad.

João Silvério Trevisan, en sus escritos sobre la historia LGBTQIAP+ en Brasil, destaca que el siglo XX fue testigo de una violenta ola de «limpieza» social, que criminalizó, patologizó y persiguió a las personas queer. En este contexto, el Carnaval, al suspender temporalmente la realidad, permitió cierta diversión y experimentación con las identidades de género y sexuales, pero sin garantizar una aceptación social genuina.

A pesar de ser conocido como «la mayor fiesta del mundo», Brasil sigue siendo un país históricamente conservador. No obstante, desde la década de 1970, diversos movimientos sociales han luchado por los derechos LGBTQIAP+, ampliando los espacios de inclusión dentro del festival.

Hoy en día, muchos blocos y eventos promueven entornos seguros, respetuosos y diversos para las comunidades LGBTQIAP+. Entre los más populares se encuentran Divinas Tretas, Meu Santo é Pop (Mi Santo es Pop), Bloco Dramas de Sapatão (Bloco Dramas de Lesbianas), TriboQ Bloco (Bloco TriboQ) y CarnaPride.

El Carnaval no se trata de falta de respeto.

El Carnaval es uno de los mayores eventos turísticos de América Latina, atrayendo a personas de todo el mundo que vienen a celebrar festividades tradicionales y culturas locales. Sin embargo, pese a la atmósfera embriagadora de libertad que brinda el festival, es fundamental recordar que el respeto debe mantenerse siempre

Uno de los problemas persistentes durante el Carnaval es la hipersexualización de las mujeres y el acoso callejero, que no solo empañan el espíritu festivo, sino que también son actos criminales. Este tipo de violencia refuerza las estructuras patriarcales y limita la libertad de las mujeres. En los últimos años, campañas como Não é Não (“No es No”) han sido ampliamente promovidas a través de folletos, adhesivos e iniciativas respaldadas por el gobierno para concienciar y combatir el acoso durante las celebraciones.

Respect Carnival
Respect Carnival

Otra discusión importante que ha cobrado fuerza en los últimos quince años gira en torno a la ética del Carnaval. El uso de disfraces y elementos decorativos que resultan ofensivos para comunidades estructuralmente oprimidas ha sido cada vez más cuestionado.

Este debate no trata de limitar la libertad, sino de garantizar que el Carnaval siga siendo un espacio genuinamente inclusivo y respetuoso. En Brasil, por ejemplo, hoy en día se reconoce ampliamente que las personas no deberían disfrazarse de indígenas, negros, LGBTQIAP+ o romaníes, ya que las etnias e identidades no son disfraces.

Carnaval: Esperanza, Alegría y Libertad

Cada año, en los meses previos al Carnaval en Brasil, la emoción comienza a apoderarse de la gente. El entusiasmo crece y todos se preparan para un momento que, sin duda, será caótico, vibrante y lleno de energía.

Más que una simple festividad, el Carnaval tiene el poder de renovar los ánimos, transformar el agotamiento y marcar un reinicio necesario para casi todos.

Mientras los más extrovertidos se sumergen en las celebraciones, aquellos que prefieren evitar el ‘caos’ se refugian en zonas rurales, aprovechando el feriado para disfrutar de un poco de paz y tranquilidad. Al final, el Carnaval es, a su manera, un tiempo para todos.

Escrito por: Helena Monahan