El G20 2024 trae choques ideológicos en Latinoamérica

De cara a la próxima Cumbre del G20 Summit 2024 que se realizará el 18 y 19 de noviembre en Río de Janeiro, Argentina y Brasil, dos pesos pesados de Sudamérica, pondrán a prueba sus relaciones diplomáticas y comerciales. 

Ante este escenario, los líderes de ambos países, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y el mandatario argentino, Javier Milei, se presentan con posiciones marcadamente opuestas, tanto en su visión del rol del Estado en la economía como en su perspectiva sobre la integración regional. 

Las implicancias de sus posturas para el futuro de América Latina son significativas, y la cumbre podría representar tanto un espacio para acercar posturas como para acentuar las diferencias.

La agenda de Milei y la disrupción en la política argentina

El panorama político argentino ha dado un giro radical con la llegada de Javier Milei, cuyo programa económico se caracteriza por un enfoque de medidas ultraliberales, entre las que destacan la promesa (hasta ahora fallida) de la dolarización de la economía y una drástica reducción del Estado. 

Su modelo es claro: liberalizar la economía argentina en busca de un libre mercado sin restricciones. La propuesta de dolarizar, aunque ha sido recibida con cierto apoyo popular ante la hiperinflación que aqueja al país, enfrenta serias críticas por el riesgo de limitar la soberanía financiera de Argentina y el acceso a herramientas de política monetaria, lo que podría dejar al país más vulnerable ante crisis externas.

Milei, además, es un escéptico de las alianzas y organizaciones multilaterales de la región. Ha expresado dudas sobre la permanencia de Argentina en el Mercosur, bloque que considera una barrera para el comercio y el desarrollo del país. 

Esta postura pone en entredicho la cooperación histórica entre los dos países y afecta también la visión de un bloque sudamericano fuerte. Esta perspectiva contrasta fuertemente con la visión brasileña, que considera al Mercosur un pilar de desarrollo regional.

Lula y su apuesta por un Mercosur activo

En contraste, el presidente Lula ha defendido la integración regional como una herramienta esencial para fortalecer la autonomía de América Latina en un escenario global complejo. Lula ha argumentado que una mayor cooperación económica y política con sus vecinos permite una mejor defensa de los intereses de la región ante potencias como Estados Unidos, China y la Unión Europea. Brasil, bajo su liderazgo, no solo apoya firmemente al Mercosur, sino que busca revitalizar y explorar su posible expansión, planteando un acuerdo con países de África y Asia.

La visión de Lula implica que el Mercosur actúe como un motor económico y social que pueda ofrecer respuestas regionales a los problemas globales, promoviendo así la estabilidad y el desarrollo sostenible en Sudamérica. 

Esto supone un desafío para la agenda de Milei, ya que implica un compromiso con políticas de integración y con el fortalecimiento de instituciones que Milei percibe como limitantes para el libre mercado.

Diferencias ideológicas y perspectivas para el comercio regional

Las visiones de Milei y Lula no solo reflejan posturas nacionales distintas, sino que también representan un choque de paradigmas económicos e ideológicos con repercusiones para toda América Latina. 

Mientras Lula defiende un modelo de integración, protección de la industria local y redistribución, Milei considera que el verdadero progreso para Argentina vendrá de una economía abierta, con una mínima intervención estatal y un marco que priorice el comercio individualizado por sobre los bloques.

Para empresarios y observadores regionales, las posiciones de ambos líderes representan tanto riesgos como oportunidades. Por un lado, el enfoque de Lula busca atraer a Brasil hacia la inversión extranjera que valore la estabilidad institucional y el potencial de mercado sudamericano. 

Por otro lado, la visión de Milei apunta a abrir completamente la economía argentina, buscando atraer capital de inversores con una mayor tolerancia al riesgo y que estén dispuestos a operar en un entorno altamente liberalizado.

Energía, cambio climático y negacionismo, otra diferencia

Los gobiernos de Brasil y Argentina hoy también exhiben diferencias importantes en su enfoque hacia políticas ambientales y cambio climático. Mientras que Lula priorizó la protección de la Amazonía y ha reanudado compromisos ambientales internacionales, con objetivos ambiciosos de descarbonización y una postura de liderazgo regional en sostenibilidad, Milei mantiene una postura negacionista hacia el cambio climático.

En este sentido, el panorama energético de Brasil es avanzado, y casi el 90% de su electricidad procede de fuentes renovables. Líderes mundiales como la Ministra de Hacienda del Reino Unido, Rachel Reeves, y la Secretaría del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, han elogiado los avances de Brasil en materia de energía verde. Aunque la energía hidroeléctrica sigue siendo una piedra angular, la atención se centra cada vez más en la eólica y la solar. 

De acuerdo al ebook “Green Energy in Latin America”, investigación elaborada por Sherlock Communications, se prevé que el país gobernado por Lula represente el 58% de la capacidad renovable de América Latina en 2030. “Brasil se está posicionando como líder en el mercado del hidrógeno verde, vital para la descarbonización de las industrias.”, asegura el informe. Y señala, a través de Elbia Gannoum, Directora General de ABEEólica, que «el hidrógeno verde será un gran consumidor de energía eólica y renovable».

Al contrario de este lineamiento, el presidente de Argentina cuestiona la intervención estatal en políticas ambientales y prioriza el desarrollo económico sobre los compromisos ecológicos. Esta divergencia también podría complicar las negociaciones en el G20, donde se espera que ambos países expresen sus visiones opuestas sobre el equilibrio entre crecimiento económico y preservación ambiental, temas clave en la agenda global.

Implicancias del G20 y el escenario regional

La cumbre del G20 plantea un espacio de oportunidad para que ambos países exploren posibles puntos de convergencia. Sin embargo, la postura de Milei respecto al Mercosur podría complicar los intentos de crear un frente unido. En temas clave como el cambio climático, los derechos humanos y la cooperación en infraestructura, Milei y Lula enfrentan retos para encontrar terreno común. 

Lula, por ejemplo, ha abogado por una mayor responsabilidad ambiental y social en el G20, alineándose con las demandas de los bloques europeos y de activistas climáticos. Milei, en cambio, tiende a ver estos compromisos globales como barreras para el crecimiento económico de Argentina, argumentando que el país no debería limitar su desarrollo debido a normativas ambientales impuestas desde el exterior.

No obstante, ambos líderes podrían coincidir en puntos de interés común, como la lucha contra la inflación y la necesidad de estabilizar la región. Brasil tiene interés en ver una Argentina más estable, ya que es uno de sus principales socios comerciales, y ambos países enfrentan problemas de inflación y pobreza que podrían abordarse mediante políticas coordinadas. Sin embargo, esto dependerá de la capacidad de ambos presidentes para priorizar la cooperación regional por encima de sus diferencias ideológicas.

La Importancia de una visión común para la región

La interacción entre Argentina y Brasil en el G20 será observada con atención por líderes y empresarios de todo el mundo. La capacidad de ambos países para trabajar juntos o, al menos, para mantener un diálogo abierto, podría influir en la estabilidad de América Latina en un momento donde la economía global enfrenta desafíos significativos, como la crisis climática, las tensiones geopolíticas y la desaceleración económica. Aunque las diferencias entre Lula y Milei son profundas, el interés compartido en una región estable y próspera podría ser la clave para superar sus diferencias.

El futuro de la relación entre Argentina y Brasil dependerá de la habilidad de sus líderes para encontrar un equilibrio entre sus visiones. La Cumbre del G20 podría ser un momento decisivo para redefinir la cooperación entre ambos países y proyectar una imagen de unidad en América Latina, que le permita a la región asumir un rol más activo en la arena internacional.

 

Escrito por: Patricio Erb