El papel de América Latina en la tensión tarifaria entre China y Estados Unidos

Desde el estallido de la tensión tarifaria entre China y Estados Unidos, América Latina se ha encontrado en una posición incómoda: alejada del conflicto, pero lo suficientemente cerca como para verse afectada por las hostilidades. Mientras Washington y Pekín intercambiaban aumentos de tarifas y amenazas, los países latinoamericanos, en su mayoría, mantuvieron una postura neutral, enfocándose en superar la incertidumbre global y, sobre todo, en identificar oportunidades para posicionarse en las nuevas rutas comerciales internacionales. La tensión ha reconfigurado los flujos comerciales, ha encarecido los productos y, al mismo tiempo, ha abierto una ventana para América Latina — históricamente proveedora de materias primas — para ganar terreno como un socio comercial relevante.

Argentina

En medio de la tensión tarifaria, Argentina se encuentra en una posición delicada. El gobierno de Javier Milei ha expresado su intención de alinearse con las políticas tarifarias de la administración de Donald Trump, adaptándose a las propuestas tarifarias recíprocas promovidas por Washington. Durante una reciente visita a Florida, Milei anunció que Argentina había implementado nueve de los dieciséis requisitos solicitados por Estados Unidos a este respecto. Sin embargo, esta postura ha llevado a que las exportaciones argentinas estén sujetas a nuevas tarifas del 10% por parte de Estados Unidos, afectando principalmente productos industriales clave como el acero y el aluminio, que enfrentan tarifas del 25%.

China respondió a las medidas de Washington elevando sus tarifas sobre productos de Estados Unidos al 84%, intensificando aún más el conflicto comercial. Esta situación coloca a Argentina en una encrucijada, ya que busca equilibrar sus relaciones con ambas potencias mientras enfrenta presiones económicas internas. Además, el país está negociando un préstamo de 20 mil millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI), para el cual el apoyo de Estados Unidos es crucial. Sin embargo, este apoyo está condicionado a la cesación de los acuerdos financieros con China, lo que complica aún más la estrategia diplomática y económica de Argentina.

La intensificación de la tensión tarifaria también ha tenido un impacto directo en los mercados financieros de Argentina. Los activos del país han sufrido caídas significativas, reflejando la creciente aversión al riesgo por parte de los inversionistas. El índice S&P Merval registró una caída del 3.4%, mientras que los bonos soberanos en dólares mostraron una pérdida promedio del 2.4%. Los analistas advierten sobre una “tormenta perfecta” para Argentina, que enfrenta presiones tanto comerciales como financieras en un escenario global cada vez más volátil, obligando al país a navegar con cautela en un entorno internacional complejo, buscando equilibrar sus relaciones diplomáticas y comerciales mientras maneja las presiones económicas internas y externas.

Brasil

Las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China han impactado significativamente la economía brasileña. Por un lado, las exportaciones agrícolas de Brasil, especialmente la soja, se han beneficiado considerablemente. Desde que China impuso tarifas sobre los productos agrícolas de Estados Unidos, las exportaciones de soja de Brasil a China aumentaron un 30%, alcanzando un récord de 70 millones de toneladas en 2023. Sin embargo, esto ha hecho que Brasil dependa más del mercado chino, que ahora representa el 72% de las exportaciones de soja del país, en comparación con el 58% antes de la tensión comercial.

Para la industria brasileña, la situación ha sido más desafiante. La decisión de Estados Unidos de imponer tarifas del 25% sobre el acero brasileño ha reducido significativamente las exportaciones, que cayeron de 2.3 mil millones de dólares en 2019 a 1.2 mil millones de dólares en 2023. Además, alrededor del 60% de las importaciones industriales de Brasil provienen de China, incluidos componentes esenciales para la fabricación, que se han vuelto más caros debido al conflicto comercial.

El gobierno brasileño ha respondido fortaleciendo los lazos económicos con ambas naciones. El comercio con China alcanzó los 150 mil millones de dólares en 2023 mediante la cooperación BRICS, mientras simultáneamente buscaba asociaciones tecnológicas con Estados Unidos. Algunos sectores han logrado capitalizar la situación — las exportaciones de frutas a China, especialmente melones, crecieron un 40% el año pasado, y las automotrices brasileñas han ganado participación en algunas regiones donde los vehículos chinos enfrentan restricciones.

El gobierno también ha lanzado nuevos programas de financiamiento para las industrias afectadas por las diferencias comerciales, especialmente en los sectores de acero y manufactura, mientras también invierte en infraestructura para mejorar la eficiencia de las exportaciones. Al mismo tiempo, las negociaciones comerciales con otras regiones — como el sudeste asiático y la Unión Europea — se han vuelto más urgentes, ya que Brasil busca reducir su dependencia de solo dos grandes socios. Aunque el conflicto entre Estados Unidos y China no muestra señales de terminar, el enfoque de Brasil sigue siendo estabilizar sus flujos comerciales y proteger los sectores clave de futuras disrupciones.

Perú

El anuncio de una posible imposición de tarifas sobre Perú por parte de Estados Unidos causó preocupación, especialmente en el sector comercial, debido al impacto que estas medidas podrían tener sobre las exportaciones de productos clave de industrias como el agronegocio, la minería y los textiles.

Ante esta incertidumbre y el temor a una posible pérdida de competitividad frente a otros países, el gobierno peruano activó mecanismos de diálogo bilateral y monitoreo. Como parte de esta respuesta, se revisaron los términos del Acuerdo de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, vigente desde 2009, para identificar posibles violaciones o activar mecanismos de defensa.

Además de las barreras arancelarias, se previó la posibilidad de una recesión en Estados Unidos, lo que podría traer desafíos adicionales para las economías y los mercados financieros latinoamericanos. El cobre, el aguacate, los arándanos, los espárragos y el algodón fueron identificados como los productos de exportación más afectados por la medida.

Cuando el presidente Donald Trump confirmó la imposición de una tarifa del 10% sobre las importaciones de varios países, incluido Perú, el gobierno peruano adoptó una postura proactiva y diplomática, priorizando negociaciones directas con Estados Unidos y fortaleciendo la coordinación entre los poderes ejecutivo y legislativo para proteger los intereses económicos nacionales.

Al mismo tiempo, cuando se impusieron tarifas del 34% sobre China, se estimó que, con la desaceleración de la economía china, las exportaciones peruanas al país asiático podrían verse afectadas, principalmente en minerales como cobre y hierro, así como zinc y productos agrícolas.

Posteriormente, la decisión del presidente Trump de autorizar una pausa de 90 días en la aplicación de tarifas para decenas de países fue bien recibida por el ministro de Relaciones Exteriores, Elmer Schialer, quien la describió como un paso positivo hacia una relación económica más equilibrada entre ambas naciones. Sin embargo, el presidente de Estados Unidos también confirmó un aumento inmediato en las tarifas sobre productos de China, elevándolas al 125%, lo que añade un nuevo componente de tensión al escenario global de comercio internacional, con posibles repercusiones en Perú.

México

México ha mantenido una posición relativamente privilegiada en el nuevo escenario comercial global, gracias a su integración en el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que hasta ahora ha mantenido al país fuera del alcance de las tarifas globales recientes de Estados Unidos. Sin embargo, no debe subestimarse el tono crítico adoptado por Estados Unidos hacia México, especialmente con la revisión programada del tratado para el próximo año.

La postura conciliatoria de México ha sido clave para preservar condiciones favorables en su relación con su principal socio comercial. No obstante, esta estrategia no ha impedido que el país sea blanco de tarifas en sectores clave. Actualmente, las exportaciones mexicanas de acero y aluminio enfrentan tarifas del 25%, en vigor desde marzo, y los vehículos y autopartes están sujetos a la misma tarifa desde abril, con algunas excepciones bajo el T-MEC.

Cabe destacar que estas tarifas no forman parte del nuevo paquete global anunciado por la administración de Estados Unidos el 2 de abril, ni fueron incluidas en la suspensión de tarifas por 90 días concedida a decenas de países. Esto significa que México no es actualmente un objetivo principal, aunque eso no disminuye el impacto de las medidas existentes, que ejercen presión directa sobre industrias estratégicas para el país.

Aunque México no ha sido directamente afectado por las tarifas globales, su estrecha integración económica con Estados Unidos lo expone indirectamente a sus efectos. Entre los riesgos potenciales están las presiones inflacionarias, la pérdida de empleos y una posible desaceleración del crecimiento económico. Para los consumidores, uno de los sectores más vulnerables es el de la tecnología, ya que el costo de los productos importados sigue aumentando debido al conflicto comercial con China.

Internamente, el Banco de México ha respondido con una política monetaria más flexible ante la caída sostenida de la inflación. En sus dos últimas reuniones, redujo la tasa de interés de referencia en 50 puntos base cada vez — un movimiento inusual — llevándola al 9% en marzo. La inflación continúa en tendencia a la baja, alcanzando el 3.80% en la primera mitad de ese mes, acercándose a la meta oficial del 3%.

Por último, vale mencionar que el tipo de cambio ha mostrado episodios de volatilidad. Sin embargo, cualquier debilitamiento adicional del peso podría, de hecho, beneficiar las exportaciones mexicanas al hacerlas más baratas en términos de dólares. Combinado con el impulso del nearshoring impulsado por la desaceleración del comercio EUA-China, esto refuerza el atractivo de México como un centro de manufactura regional, incluso frente a una renovada narrativa del “America First”.

Escrito por: Sherlock Communications