La esfera del marketing de influenciadores está en constante expansión y, como resultado, los influenciadores digitales han ganado espacio en medios de televisión y han empezado a influir en el público en general. Seguir la rutina de un influenciador puede moldear nuestros gustos, estética y estilo de vida. Suena bien, ¿verdad? Pero debemos considerar qué impacto genera esto en nosotros, sabiendo que algo tal vez no es real o ni siquiera humano.
Los cuerpos, los destinos de viaje, la felicidad extrema, la romantización del sufrimiento: todos en línea tienen que verse siempre bien y 100% positivos. Esto nos hace mirar hacia adentro y pensar: “¿qué pasa con mi vida?” Tales pensamientos pueden llevar a las personas a buscar procedimientos cosméticos invasivos, sentirse inapropiados siempre e incluso sucumbir a la depresión.
Las marcas y los influenciadores digitales pueden estar preocupados por mostrar sus mejores lados, pero ahora más que nunca, los consumidores están buscando lo que es real. Como resultado, las empresas se han ido replanteando la forma de comunicarse y el tono que deben manejar de acuerdo con cada espacio.
Si estos personajes tienen la influencia, el espacio y el poder necesarios para comunicarse e impactar la manera en que otros ven el mundo, ¿por qué no usar esta plataforma de una manera positiva? Ha llegado el momento en que las marcas y los influenciadores deben reconsiderar sus roles para lograr una transformación en los escenarios actuales.