[Mesa de madera con un montón de periódicos encima]
[Mesa de madera con un montón de periódicos encima]
Mucho se habla de cómo los medios tradicionales en Brasil están perdiendo espacio ante el avance de la tecnología y las nuevas formas de consumir información. Pero, ¿es esto realmente así?
Es cierto que con la democratización del acceso a Internet y la llegada de los servicios de transmisión, los hábitos de las personas, ciertamente, han cambiado. Ya no se ve la televisión cómo antes, son pocos quienes van al kiosco todos los días a comprar el diario o las revistas semanales y muchos han sustituido escuchar la radio por algún episodio de diferentes podcasts.
Todos estos cambios, sin dudas, han transformado los medios tradicionales en Brasil, pero no necesariamente disminuyeron su importancia.
Incluso cuando se comparten noticias en las redes sociales, las personas tienden a preferir los perfiles de los medios de comunicación tradicionales, como diarios y periódicos, revistas y canales de televisión conocidos por el público.
Por supuesto, los medios tradicionales han cambiado mucho en los últimos años y, en la actualidad, a menudo, incluso, se guían por los medios digitales. Pero, debido a que fue el único medio mediante el que la gente estuvo informada durante un largo período de tiempo, los medios tradicionales en Brasil acumularon una credibilidad significativa que no se pierde tan fácilmente.
Además, el fenómeno de las redes sociales contribuyó a que los medios tradicionales ganen aún más relevancia, sobre todo en la lucha contra el intercambio de fake news. También podemos mencionar el hecho de que la publicidad en medios tradicionales todavía es considerada muy importante por las marcas brasileñas. Por esto es necesario resaltar la importancia de estos vehículos en una estrategia de PR.
Los medios tradicionales son un aliado en la lucha contra la difusión de fake news. El problema es antiguo y llevamos mucho tiempo lidiando con la difusión de información falsa, pero ha ganado mayores proporciones con el auge de las redes sociales.
Las aplicaciones y plataformas de mensajería como Facebook han facilitado compartir mensajes sin verificar que lo que se comparte sea realmente cierto. La práctica se volvió peligrosa durante la pandemia de Covid-19, cuando mucha información falsa sobre el virus, el uso de máscaras, tratamientos y medicamentos comenzó a compartirse sin descanso.
Para combatir las fake news, muchos medios de comunicación tradicionales crearon departamentos especializados o, incluso, agencias dedicadas exclusivamente a verificar las noticias compartidas en Internet. Es el caso de “Agência Lupa”, vinculada al diario Folha de S.Paulo y Fato ou Fake, puesta en marcha por periodistas que trabajan para medios del grupo Globo, como G1, CBN, Época, O Globo y GloboNews.
La credibilidad proyectada por los medios tradicionales brasileños fue reconocida en una encuesta de 2018, realizada por la Asociación Brasileña de Comunicación Empresarial (Aberje). El estudio “Noticias falsas: desafíos de las organizaciones”, llevado a cabo en 52 organizaciones, mostró que la mayoría de las empresas consideran más confiables los medios de comunicación tradicionales como los diarios y revistas impresos u online.
La encuesta también reveló que, entre los principales métodos utilizados para distinguir la información verdadera de la falsa, están la confianza en la reputación del medio (86%) y la confianza en la reputación del o la periodista (52%).
Los modos de publicitar una marca o un producto también cambiaron. Hoy, gracias a Internet y las redes sociales, las posibilidades son mucho más amplias de lo que solían ser. Aún así, los medios tradicionales siguen siendo relevantes para las estrategias publicitarias de muchas marcas.
Una de las principales ventajas de los medios tradicionales en Brasil, en este sentido es la audiencia. Un anuncio en la televisión denominada “prime time”, por ejemplo, puede llegar a miles, incluso a millones, de personas.
Para las marcas que se dirigen directamente a las masas, los medios tradicionales siguen siendo una buena opción. Esto se debe a que, según la última “Encuesta Nacional Continua por Muestra de Hogares – Tecnologías de la Información y la Comunicación”, realizada por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), mientras que Internet se utiliza en el 79,1% de los hogares brasileños, la televisión está presente en el 96,4% de ellos.
Se equivocan, entonces, quienes sostienen que los medios tradicionales, como los digitales, no se pueden segmentar para llegar a distintos nichos. Además de la televisión “normal de aire”, también es posible anunciar en canales específicos de televisión por cable. Y a través de diarios y revistas, en su versión impresa o digital. Las empresas pueden elegir secciones específicas para sus anuncios, como salud, belleza, etc.
Por último, no puede pasarse por alto el rol preponderante de los medios tradicionales en los planes estratégicos de relaciones públicas en Brasil. Una vez más, es una cuestión de credibilidad.
Entre las posibilidades de los medios propios, pagados o ganados, existe el consenso generalizado de que los ganados son un factor importante para construir la reputación de una marca en Brasil. Tener una historia positiva publicada en alguno de los principales medios de comunicación tradicionales sigue siendo el objetivo de muchos clientes y actúa como un medio para transmitir confianza al público. Lo contrario, también, es cierto: la publicación de una historia negativa puede tener un impacto extremadamente perjudicial debido a la misma confianza que los lectores depositan en los medios tradicionales.
Vivimos en un mundo vertiginoso de transformación digital y realmente podemos decir que hemos evolucionado e incrementado el acceso a opciones y formas de consumir información. Es innegable que nuestros hábitos cambiaron. Sin embargo, se nota que los medios tradicionales brasileños pudieron estar a la altura de esta transformación digital como también están presentes en los canales digitales.
Los medios tradicionales en Brasil están lejos de ser irrelevantes; después de todo, la confianza y la credibilidad públicas, cultivadas durante décadas, no se pierden tan fácilmente.