[vc_row][vc_column][vc_column_text css=»»]¿Qué es exactamente el metanol? Esa es la pregunta que muchos brasileños se hacen después de que el Ministerio de Salud confirmara 17 casos de intoxicación y más de 200 reportes en todo el país.
¿Por qué el metanol es tan peligroso?
Aunque el metanol y el etanol comparten algunas similitudes, la principal diferencia está en cómo se metabolizan en el cuerpo después de ser ingeridos.
Cuando el hígado procesa el CH₃OH (metanol), este pasa por una serie de cambios químicos, y el ácido fórmico es el producto final. El problema es que el cuerpo humano tiene dificultades para eliminar esta toxina de manera eficaz, a diferencia de otros animales.
El ácido fórmico provoca lo que se conoce como acidosis metabólica, una condición que aumenta la acidez de la sangre (su pH) y altera la respiración celular, afectando al sistema nervioso, especialmente al nervio óptico, que necesita una gran cantidad de oxígeno para transmitir las señales visuales al cerebro.
El resultado, como probablemente ya sepas, se debe al consumo de bebidas adulteradas con metanol, una sustancia que debería usarse únicamente en la industria química.
Una cultura bohemia
No se puede negar: a muchos brasileños les gusta beber. Aunque el consumo de alcohol ha disminuido a nivel mundial, especialmente entre las generaciones más jóvenes, sigue siendo un hecho que el 49 % de las personas mayores de 18 años en Brasil continúa bebiendo con regularidad (Datafolha).
Las bebidas después del trabajo, los asados de fin de semana, las reuniones después de un partido de fútbol, las citas por aplicaciones, las sesiones de samba e incluso una cena elegante suelen ir acompañadas de cervezas o licores.
No es de extrañar que la gente se sienta preocupada, desconfiada y esté tomando precauciones. La situación empeora porque muchos de los bares investigados son lugares muy concurridos, y no es raro escuchar a alguien decir: “He estado en ese bar que están investigando por vender metanol”.
Lo que para muchos brasileños es una rutina, incluso para quienes no beben pero conviven con quienes sí lo hacen, resulta ser un verdadero lobo con piel de cordero, disfrazado e imposible de detectar al consumirlo.
Pero, ¿a quién culpar?
Para conocer más a fondo la situación, nos asociamos con el Broadminded Institute y encuestamos a 506 brasileños sobre cómo la crisis está cambiando sus hábitos de consumo de alcohol y su opinión sobre la regulación. En general, los resultados muestran un sentimiento generalizado de desconfianza y preocupación.
Para el 95 % de los encuestados, el brote de metanol se considera un grave problema de salud pública que requiere acción inmediata y efectiva. Entre los participantes, el 93 % cree que la situación pone de manifiesto la falta de control y supervisión en el país.
Además, el 88 % ve el problema como un caso de crimen y falsificación, más que solo una cuestión de salud. Solo una pequeña minoría, el 25 %, lo considera un incidente aislado que no necesita mayor atención.
Confianza afectada
De quienes dijeron haber cambiado sus hábitos de consumo, el 54 % ha reducido la cantidad que bebe, el 35 % ha optado por tipos de alcohol diferentes y el 11 % ha dejado de beber por completo.
La encuesta también refleja un aumento en la preocupación por la seguridad, con un 44 % temiendo que un familiar o amigo pueda verse afectado y un 33 % preocupado de que ellos mismos puedan consumir bebidas adulteradas.
Más de la mitad de los encuestados, el 54 %, afirmó que se sentiría más seguro si las autoridades sanitarias realizarán inspecciones más frecuentes en bares y restaurantes y publicaran los resultados. Además, el 51 % apoya la idea de sellos de inspección visibles en estos locales. Por su parte, el 37 % expresó que le gustaría tener acceso a una lista oficial y actualizada de establecimientos con infracciones.
Estos datos refuerzan la percepción de que la confianza en las instituciones se ha visto afectada directamente por la crisis. El 91 % dice que el incidente ha debilitado su confianza al salir a comer fuera y el 76 % cree que situaciones como esta minan la confianza en el gobierno.
Crisis del metanol: un punto de inflexión
La confianza en las bebidas destiladas también está cambiando. Entre las medidas consideradas más efectivas para mejorar la seguridad, destacan las campañas educativas sobre cómo identificar bebidas falsificadas (42 %), la introducción de sellos de inspección en las fábricas (45 %) y el uso de códigos QR para rastrear el origen de los productos (38 %).
“Esta tecnología ya está disponible y accesible para las empresas gracias a la inmutabilidad de blockchain y al monitoreo con inteligencia artificial, que al combinarse permiten crear códigos QR autenticados que se pueden colocar en cada producto. Esto permite a los consumidores seguir cada paso de la cadena de suministro, desde la fuente de los materiales hasta el punto de venta.” – Rafael Mandia, COO de Blockforce, una empresa especializada en soluciones de trazabilidad y transparencia mediante blockchain.
A pesar de estas expectativas, todavía existe un alto nivel de desconfianza: el 27 % de los encuestados dice que no confía completamente en la información de trazabilidad en las etiquetas, ya que creen que es fácil de falsificar, mientras que el 22 % admite que no sabe cómo verificar esta información.
Al preguntar quién debería ser responsable de garantizar la trazabilidad de las bebidas, el 55 % señaló al gobierno, el 22 % a las destilerías y el 18 % a los bares, mientras que solo el 5 % consideró que esta responsabilidad recae en el consumidor.
Los brasileños también muestran un interés creciente por tener acceso digital a información detallada sobre lo que consumen. Los datos más buscados incluyen los ingredientes y el origen de las materias primas (47 %), alertas de contaminación (40 %), fechas de producción y vencimiento (34 %), la reputación del productor (33 %) y quejas o información sobre la selección de materias primas (27 %).
La encuesta también revela que la demanda de trazabilidad va más allá del sector de bebidas: el 92 % cree que el seguimiento debería ser obligatorio para bebidas alcohólicas, el 89 % para alimentos y el 88 % para medicamentos.
“Nuestra investigación muestra que la confianza de los consumidores se ha visto afectada y que los brasileños ahora son más vigilantes y exigentes respecto al origen de sus bebidas alcohólicas. Existe una necesidad clara de transparencia y seguridad en la cadena de producción, y la regulación continua, junto con una comunicación clara, se han convertido en elementos clave para restaurar la confianza del público y reforzar el papel de las instituciones tras la crisis del metanol.” – Patrick O’Neill, Socio Director de Sherlock Communications.
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